Normalización e inocuidad alimentaria
La normalización juega un papel determinante en la producción y comercio global de alimentos. Es por ello, que a nivel internacional contamos con normas que establecen requisitos que debe cumplir el fabricante, así como también en cada uno de los ejes de las prácticas agrícolas.
Estos requisitos permiten la detección de plagas y enfermedades en alimentos y piensos o la detección de aditivos, residuos y contaminantes en los recursos que serán comercializados. Es decir, a través de la normalización se busca armonizar criterios para proteger a toda costa la salud del consumidor.
En Centroamérica se han desarrollado iniciativas o guías para que el productor pueda implementar procedimientos que mitiguen los peligros de contaminación y garantice las condiciones óptimas de producción y procesamiento de sus cultivos, contribuyendo así a una cultura de inocuidad.
Sin embargo, la inocuidad alimentaria, solo puede garantizarse mediante la certificación, pues a través de las auditorías de certificación es como se verifican los procesos para el manejo, la preparación y el almacenamiento de alimentos de manera cuidadosa, comparados con los estándares y normativas de referencia.
Dentro de las certificaciones para los productos agrícolas frescos que se evalúan, se encuentran estándares como GLOBALG.A.P. que es el programa de aseguramiento líder en el mundo, logrando que los requerimientos del consumidor se vean reflejados en la producción agrícola en una creciente lista de países (actualmente más de 135 en todos los continentes).
Está claro que la demanda de alimentos va en crecimiento y, por lo tanto, el valor nutritivo también va cobrando relevancia. Los consumidores están cada vez mejor informados, pero eso no es suficiente. Los productores o agricultores, lejos de ver la certificación como un gasto, deben saber que la certificación ofrece beneficios y mejoras a los productos y que, a la larga, estos representarán ventajas sobre la competencia, les permitirá diferenciarse de otros y en automático les concederá el acceso a distintos mercados.
En conclusión, el éxito de un producto y su comercialización se basa en el cumplimiento de las exigencias del consumidor, a través de las certificaciones.
Los retos que tenemos los países son: mejorar las herramientas de comunicación en materia de inocuidad alimentaria, colaborar en la capacitación y educación para establecer una cultura de inocuidad alimentaria en todos los niveles, difundir la importancia de las auditorias de tercera parte para garantizar alimentos seguros incluyendo inspecciones a alimentos locales e importados y establecer los mecanismos de advertencia temprana sobre enfermedades transmitidas por los alimentos. Un largo recorrido, pero no imposible… ¿Y ustedes con qué certificación cuentan?
Redactado por:
Lourdes De Cosío Directora General